Las piezas de la exposición colectiva Open Ends coinciden al plantear en sus formas un escenario con múltiples posibilidades. Son objetos que, aunque pareciera lo contrario, nunca están terminados o definidos. Su belleza radica en esa apertura matérica y formal que deja cabos sueltos, que confunde principios con finales y propone varias versiones de una misma representación.
Provocándolos a dialogar entre sí de manera fortuita, a su vez cada obra deja entrever su proceso creativo, sus límites y alcances.
María García Ibáñez teje con papel recortado unos nidos que a la vez no lo son. Las puntas de su falso hilo quedan abiertas sin conectarse o cerrarse, como una maraña de estambre. Las piezas de Luisa Restrepo, coinciden en que lo que vemos no siempre es lo que es o como es y lo logra al utilizar vidrio y espejo para estimular un juego de reflejos y volúmenes. Tania Álvarez Zaldivar parte de cálculos matemáticos exactos para generar una imagen lírica, casi orgánica en donde las posibilidades de expandir el algoritmo son infinitas. Por último, los floreros inertes de Manuel Muñoz G.G. despliegan en su minimalismo un gusto por el contraste con lo vivo. Cada una propone dos posiciones adecuándose a aquello que va a sostener. En este caso, el trabajo reta a las líneas limpias utilizadas por Muñoz para entregarnos un objeto libre y siempre cambiante, los cuales esta vez, se presentan intervenidos por el diseño floral de Cynthia Maldonado del estudio Floristique.
Así, Open Ends invita a hacer un recorrido abierto, siendo cómplices con el objeto en cuanto a las lecturas o aproximaciones, cuantas sean, que él mismo desate.
Texto por Andrea de Caso