La serie Ishi de Sumie García explora el proceso de la sacralización de las cosas mediante el rito, una acción que ha servido históricamente para tender puentes entre lo tangible y lo intangible o bien, entre la presencia y la ausencia. La artista toma como inspiración una práctica ritual sintoísta que consiste en rodear con una cuerda elementos sagrados –en donde se piensa que los espíritus habitan–para delimitar lo terrenal de lo divino. Dentro de estos elementos, que generalmente se encuentran en la naturaleza, las rocas que reciben los rayos del amanecer y del atardecer ocupan un lugar especial.
Partiendo de esta demarcación espacial-simbólica, Ishi (palabra que en japonés significa piedra) se despliega en tres momentos. Por un lado, se muestran fotografías de gran formato de conjuntos rocosos en el mar, tomadas por la artista en Punta Cometa, Oaxaca, un lugar con una vista privilegiada tanto del amanecer como del atardecer. Estas piezas fueron intervenidas con hilos dorados, hechos a manera de cuerda, con lo que se lanza una reflexión sobre las posibilidades de transformar la percepción de la imagen y su materialidad a partir de la inclusión de un componente cargado de significantes sagrados. Asimismo, algunas de las rocas fueron recortadas de la escena, transgrediendo el plano fotográfico y permitiendo materializar la ausencia, un componente clave del rito.
Esta exploración de la ausencia continúa en un segundo momento en donde la artista juega con la transparencia de fotografías igualmente intervenidas en pequeño formato, para poner en tensión la representación física, fotográfica y la idealización de lo sagrado. Finalmente, el rito se extiende hasta lo tangible, al objeto de la virtual veneración, es decir, hacia piedras traídas de Punta Cometa rodeadas por hilos. De esta manera, la serie se convierte en un constante cruce multidimensional que pasa de la fotografía al plano físico para dislocar la idea de lo sagrado y los medios para que un objeto se convierta en ello.
Texto de Melissa Mota